Érase una vez bajo un cerezo...

Le encontré bajo un árbol, un hermoso cerezo en flor que había sido testigo de derroches de besos, caricias y reproches de cientos de parejas rotas.

-¿Qué haces tú aquí? ¿Te ha enviado ella? –susurró cuando se dio cuenta de que estaba detrás de él.

-Ella no tiene nada que ver con esto. He venido por mi cuenta.

-Genial –se giró hacia mí y vi que tenía las mejillas brillantes y húmedas, había estado llorando.

Retrocedí un paso, aquella mirada plagada de lágrimas me asustó, jamás había visto a mi hermano llorar. Por un momento olvidé el motivo por el cual estaba allí.

-Dan, ¿qué te pasa? ¿Por qué lloras?

No contestó, en ese momento recordé que él había dejado a mi mejor amiga, que ella me había pedido que viniese a hablar con él, ya que no contestaba sus llamadas. De hecho llevaba una semana sin aparecer por casa. Me senté a su lado y apoyé la cabeza en su hombro.

-Si fuiste tú el que decidió dejarlo, ¿por qué te lamentas ahora? So…

-Ni se te ocurra decirlo –musitó-.

-…nia. Perdón, ella está fatal, ha intentado cortarse las venas y todo.

Soltó una amarga carcajada mientras una lágrima resbalaba por su mejilla y caía hacia su regazo.

-Lo digo en serio. ¿Por qué lo hiciste? Creía que era lo que más querías en el mundo.

-No lo era.

-¿Entonces por qué salías con ella?

-Es lo que más quiero en el mundo.

-Mira, Daniel, no te entiendo. Primero la dejas, luego no apareces por casa, vengo aquí, te encuentro llorando y me dices que aún quieres a alguien a quien has hecho muchísimo daño. ¿Qué demonios te pasa? Eres mi hermano mayor, se supone que tengo que tomar ejemplo de ti ¿no? –Mis ojos se llenaron de lágrimas al ver que Daniel seguía con la mirada al frente, derramando lágrimas y sin hacerme caso- ¿por qué la dejaste?

Por segunda vez desde que estaba allí me miró, y vi en sus ojos algo que consiguió que mi corazón se encogiera.

-Ana, recuerdas que hace una semana fui al médico por unas pruebas que me hicieron ¿verdad?

Asentí levemente.

-Dan, me estás asustando mucho.

-En esas pruebas me diagnosticaron un tumor en el pulmón.

-¿Van a operarte? Oh Dios mío.

Me miró fijamente y supe que no le iban a operar. Mis ojos se desbordaron.

-Es demasiado tarde –susurró.

No podía ser cierto. Mi hermano no podía morir. Era imposible, debía de ser una broma, si, era una broma de mal gusto de mi hermano, de esas que sólo le hacen gracia a él. Me reí, a carcajada limpia, una carcajada demente.

-Que gracioso eres, Dan. Pero deja ya de bromear, no es justo. En serio, ¿por qué dejaste a Sonia?

-Ana, voy a morirme, no es ninguna broma.

Entonces me di cuenta de que era verdad. Mi hermano iba a morir. Intenté parecer fuerte, pero no podía, quería demasiado a Daniel como para dejarlo pasar. Me abracé a él con todas mis fuerzas, como si de aquella manera pudiera quedarme con él para siempre.

-¿Tiempo? –fue lo único que conseguí articular entre sollozos y lágrimas.

Pasó un brazo por mis hombros y entonces lo vi.

Una piedra afilada llena de sangre.

Abrí los ojos desmesuradamente y me separé de él.

-¡¡NO!! –grité-. ¡¡NO PUEDES HACERNOS ESTO!!

Daniel giró los brazos y pude ver dos marcas rojas en sus muñecas, tenía los dos antebrazos cubiertos de sangre.

-Lo siento, Ana. Dile a mamá y a papá que les quiero.

-¡¡Y YO QUÉ!! –sollocé-. ¿CÓMO HAS PODIDO SER TAN EGOÍSTA? –Entonces me derrumbé, me mareé y tuve que sentarme- No puedes irte, no puedes hacernos esto. No puedes dejarme sola. ¡¡DANIEL!! ¡¡CONTESTAME, MALDITA SEA, DI ALGO!!

No habló. Me arrodillé delante de él y le puse las manos en las mejillas, alcé su cabeza, un peso muerto. Sus ojos estaban vacíos. Se había ido.

Solté un aullido de rabia. Me levanté y di un puñetazo al árbol, me arañé las manos, un puñado de astillas se clavaron en mis dedos, pero no me importaba, eso no era nada comparado con el dolor que sentía en el pecho.

Leí en el árbol una inscripción ensangrentada, un corazón rodeaba dos nombres, Daniel y Sonia.

Cogí la piedra con la que mi hermano se había quitado la vida y vi en el reverso la misma inscripción que en el árbol. Deposité la piedra en la mano de mi hermano y me abracé a él.

Derramando lágrimas al final me quedé dormida.

*  *  *  *  *

Les encontraron bajo un árbol, un hermoso cerezo en flor que había sido testigo de derroches de besos, caricias y reproches de cientos de parejas rotas. Un cerezo que había visto cómo un chico se quitaba la vida y cómo su hermana la perdía para siempre. Un cerezo que desde aquel día no volvió a florecer jamás..

12 comentarios :

Laura Ankariva dijo...

Me encanta...
Los relatos con un poco de drama me gustan, y has sabido darle realismo y te has metido bien en tus personajes.
El final también me ha gustado. Me gustan los finales tristes aunque algunos me hagan llorar (?) XD

Sobresaliente! ^^

Ithilwen dijo...

Muchas gracias ^^ tanto por pasarte como por comentar y también por ese Sobresaliente xD


Muaaakis!

PD: a mi también me gustan los relatos dramáticos, son "sensasionales".

Anónimo dijo...

T_T
Qué triste.

Laura Ankariva dijo...

De nada ^^!

Pasarme por aquí no me cuesta nada, lo hago con gusto, además, "me gusta leerte" XD
Y sé por experiencia q un comentario en una historia/relato/entrada de blog alegra el día (a mí personalmente, sí) XD


Un abrazo estilo Emmett ^^

PD: Totalmente de acuerdo

Ithilwen dijo...

Gracias por comentar, chicas n_n

Ali Alina dijo...

aiiiiii que bruta que eres de verdad!!! que fijate que he estado a punto de llorar (digo a punto porque yo no soy de las que lloran fácilmente, cuesta sacarme lágrimas, así que lo tuyo es un meritazo)

Te sigo y nos leemos, espero que no me causes un infarto.
;)
P.D: Yo también escribo triste, dramas... =)

Ithilwen dijo...

Muchas gracias Ali, fijate que a mi no me gusta hacer llorar a la gente =? Yo adoro llorar, pero no que los demás lo hagan xD soy un poco rara en ese aspecto.

Muaak!

Sombrerera dijo...

Hola Ithilwen! Oye, gracias por seguir mi blog. megusta muchiisimo el tuyo. Lo tienes muy bien, sigue asi. Eii t voy a seguir.

BssTss*

Ithilwen dijo...

Gracias sombrerera ^^

Muaaks!

Aileen dijo...

O,O

Joder, Ith, ¿como puedes hacer eso? Casi me haces llorar, leñes.

Adoro ese final, adoro ese relato, y adoro como escribes.

El próximo como este te lo robo y me lo guardo debajo de la almohada, hala =P

Besitos, guapa ^^

Ithilwen dijo...

Pues ten cuidado que el ratoncito perez puede creerse que es una propina ;P

Gracias por comentar Ail (:

Muaaak!

Ginebra dijo...

Es precioso. Escribes genial, de verdad.