Todo falla, necesito aire fresco. Y sin embargo me da pena derribar los muros que sostienen esta casa y empezarla desde los cimientos. Es tan bonita... O eso es lo que aparenta la fachada de piedra con flores en las ventanas de madera. Pero los postigos están siempre cerrados y nadie sabe que el interior está podrido. No lo ven. No pueden. No quieren. Prejuicios.
¿Y yo qué hago? ¿Dejo que sigan pensando que la casa es hermosa o abro las ventanas para que la luz del día muestre la podredumbre?
Debería irme, dejar todo atrás. Rehacer mi vida lejos de los que piensan que soy perfecta y esperar a que haya alguien que se digne a limpiar el interior, a tirar los desechos y a llenar de alegría, jovialidad y jarrones de flores a esta casa que se ha perdido a sí misma. Mas el orgullo no me permite hacerlo.
Sé que el infinito existe, y estoy dispuesta a llegar hasta él.
1 comentario :
Me ha gustado mucho la metáfora de la casa, queda muy bien... y me siento algo identificada (tenía que decirlo ><). Vale, muy identificada.
Mi casa es muy cerrada, y parece más bonita y extraña por fuera. Y por dentro es tan oscura que no sé siquiera que veo en ella. (:
¡besotes!
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