Sal con una chica que lea.



"Sal con una chica que lea. Sal con una chica que se gaste el dinero en libros en vez de en ropa, 
que tenga problemas de espacio en el armario porque tiene demasiados libros. Sal con una chica que tenga una lista de libros que quiere leer y carné de la biblioteca desde los doce años.

Encuentra una chica que lea. Sabrás que es una ávida lectora porque siempre llevará un libro a medias en el bolso y mirará con amor las estanterías de la librería. Será la que grita en silencio cuando encuentra el libro que quería. ¿Ves a esa chica tan extraña que huele las páginas de los libros viejos en una librería de segunda mano? Esa es la lectora. Esa es la que nunca se puede resistir a oler las páginas de un libro, especialmente si están amarillentas.

Es la chica que lee mientras está esperando en la cafetería del final de la calle. Si echas un vistazo a su taza, verás que la crema del café está flotando en la superficie porque está absorta en la lectura, perdida en un mundo que el autor ha creado. Siéntate. Probablemente te mire indignada, pues como la mayoría de las chicas que leen no le gusta ser interrumpida. Pregúntale si le está gustando el libro que tiene entre las manos. 
Invítala a otra taza de café.

[...] Es sencillo salir con una chica que lee. Regálale libros por su cumpleaños, por Navidad y por los aniversarios. Dale el regalo de las palabras, regálale una poesía o una canción. Regálale a Neruda, a Pound, a Sexton, a Cummings. Hazle saber que entiendes que las palabras son amor. Entiende que ella es consciente de la diferencia entre los libros y la realidad, pero que aún así va a intentar hacer su vida un poco como su libro favorito. Nunca será tu culpa si lo hace. De alguna manera tiene que intentarlo.

Miéntele. Si entiende de sintaxis, entenderá que necesitas mentir. Tras las palabras hay otras cosas: motivaciones, valores, matices, diálogos...; no va a ser el fin del mundo. Fállale. Porque una chica que lee libros sabe que el fracaso siempre lleva hasta el clímax. Porque ellas entienden que todas esas cosas tendrán un final y que siempre puedes escribir una secuela, y que puedes empezar otra vez, y otra y seguir siendo el héroe, que la vida está destinada a tener un villano o dos.

¿Por qué estar asustado de todo lo que no eres? Las chicas que leen entienden que esa gente, como los personajes, evolucionan (excepto en la saga Crepúsculo).

Si encuentras una chica que lea, mantenla cerca. Cuando la encuentres a las dos de la mañana sosteniendo un libro contra su pecho y llorando, hazle una taza de té y abrázala. Puedes perderla por unas cuantas horas, pero siempre volverá a ti. Hablará como si los personajes del libro fuesen reales, porque durante un rato, siempre lo son.

Te declararás en un globo aerostático, o durante un concierto de rock, o quizá formularás la pregunta por absoluta casualidad la próxima vez que enferme; puede que hasta sea por Skype. Y sonreirás con tantas ganas que te preguntarás por qué tu corazón no ha explotado y la sangre no está corriendo ya por tu pecho. Escribirás la historia de vuestras vidas, tendréis hijos con nombres extraños y gustos aún más extraños. Ella les presentará a vuestros niños al Gato Garabato y a Aslan, quizá el mismo día. Pasaréis los inviernos de vuestra vejez juntos y ella recitará a Keats en voz baja mientras tú te sacudes la nieve de las botas.

Sal con una chica que lea, porque te lo mereces. Te mereces una chica que pueda darte la vida más colorida imaginable. Si sólo puedes darle monotonía, horas aburridas y compromisos a medias, entonces estás mejor solo. Si quieres el mundo y los mundos que hay más allá, sal con una chica que lea.

O mejor aún, con una que escriba."

Rosemary Urquico (adaptación).

Del cielo una lágrima a sus ojos llueve.

Fuera llovía, al igual que en los ojos de aquella joven que observaba el mundo a través de la ventana. El cielo era del mismo gris que su existencia y las gotas se aferraban al cristal con la misma desgana que ella a la vida.

Nunca había sido una chica de muchas palabras. Vivía a través de los personajes de sus libros y eso era todo lo que necesitaba para ser feliz… pero entonces se dio cuenta de que no era así. Soñar ya no era suficiente. Observar la realidad desde el exterior ya no era una opción. Ser invisible no era el camino.

Había pasado tanto tiempo huyendo de los rayos de alegría que daban color a su vida que ya no recordaba lo que era sentirse querida, tener un motivo para sonreír cada mañana, cada noche, a todas horas; que los días no fueran un lastre, sino un aliciente. Y realmente quería que todo ello cambiara. Quería descubrir el sentido de la amistad, no tener que esconderse nunca más, eliminar de su vida el miedo a equivocarse, hacer realidad sus sueños. Amar, reír, sentir, vivir, llorar, reír más fuerte aún. Dejar de ser una marginada para volar tan lejos como le permitiera el cielo.

Y supo que era posible cuando recordó cada sonrisa, cada palabra amable y cada mirada llena de ternura que había recibido de aquellos que sabían que estaba ahí cuando era invisible.

Las gotas se aferraban al cristal con la fuerza que la ataba a ella a la vida, y el cielo era de un azul tan vivo como sus ganas de pasar página. Fuera llovía, pero en sus ojos se había disipado la tormenta y, después de mucho tiempo, volvió a salir el sol.

Poesía eres tú.

Puedo escribir los versos más tristes esta noche. Escribir, por ejemplo: “Del cielo un grito a sus ojos llueve”. Puedo narrar las aventuras de un Hidalgo cuerdo como las estrellas, o contar las hazañas de un héroe que tuvo que dejar su familia y su tierra por un desgraciado error, mas hoy quiero hablarles de la historia de amor más bella nacida en el seno del planeta. No es aquella historia en la que el amor acaba muriendo a manos del odio y se lleva por medio a dos jóvenes con la vida en los labios. No. Se trata de un amor puro, sin odio ni lamentos. 

Dicen que ocurrió hace bastantes años, en una época que ya nadie vive para recordar. En una ciudad de cuyo nombre no quiero acordarme nació y creció un niño que supo hacer del dolor y la soledad sus amigos y del amor y los sueños su filosofía. Fue conocido en vida por lo que muchos olvidarían a su muerte, mas nadie sabe de su hermoso secreto, de su verdadera historia de amor. 

Era una noche tan oscura como la mirada de la luna y tan cálida como los sueños del sol. Aquel joven volaba por entre las ánimas rescatando y cosiendo recuerdos con un hilo de imaginación. Con su mente perdida por el reino de los sueños vio cómo se acercaba a él una hermosa dama, con el pelo y los ojos del color de un verso y la piel de un lienzo. En cuanto fijó la mirada en sus ojos ella se desvaneció. Fue tan fugaz que el joven creyó haberlo imaginado, mas aquel recuerdo hizo que todo cambiara, que las noches se iluminaran, que el día se oscureciera. Más aún cuando se dio cuenta de que su fémina llegaba y se marchaba con la luna. No había forma de llegar hasta ella, pero pronto se dio cuenta de que la figura tardaba más tiempo en desaparecer. 

Una noche decidió ir a hablar con ella, preguntarle el secreto de su belleza, de su hermosura, mas cuando abrió la boca, ella volvió a desvanecerse. Así pues, con el propósito inquebrantable de hacerle llegar a aquella dama sus palabras de amor, cogió un papel y, con una pluma y tinta del color de los ojos y los cabellos de su amada escribió una tímida poesía. Cuando se giró, dispuesto a recitársela, se encontró con ella de frente. Leyó en su mirada el mismo poema que acababa de escribir, aunque en sus ojos era infinitamente más hermoso. El poeta alargó la mano, dispuesto a acariciar la porcelana de su piel, mas ella huyó asustada como un cervatillo. Así pues el joven dedicó las noches a buscar a aquella dama, a escribirle poemas y leyendas, a tentar a la suerte anhelando lo imposible. Todas las noches era igual. En cuanto levantaba la pluma del pergamino, su rostro de ángel aparecía en el cuarto lúgubre, mas el poeta no podía hacer más que contemplarla si no quería que huyese. 

Pasaron los años, tiempo en que el poeta conoció a muchas mujeres, pero ninguna tan hermosa como aquella. Todas las noches la buscaba en una rima, en una poesía, y ella a veces hacía gala de su presencia y a veces no. Se dio cuenta entonces de que aquello que sentía era amor, un amor profundo y rayano en la obsesión, en la locura, mas un amor que le colmaba de felicidad. Comenzó a leer uno de sus poemas en voz alta, leyó los primeros versos y se perdió tanto en aquellas letras que no se dio cuenta de que otros labios finalizaban con infinita ternura la rima. 

-Yo soy un sueño, un imposible, 
Vano fantasma de niebla y luz; 
Soy incorpórea, soy intangible; 
No puedo amarte. 

-¡Oh, ven; ven tú! 

El poeta sintió el aliento de su amada en la nuca y, por primera vez, el roce de su piel. Era fría y cálida al mismo tiempo, tan suave como rozar un suspiro. Se giró lentamente, con temor a asustarla, y quedó frente a aquellos dos versos con nombre propio. 

-Al fin –dijo ella en un suspiro. Sus palabras eran tan dulces que la miel se tornaba hiel en comparación. 

-Llevo años buscándote entre las palabras –susurró el poeta-. ¿Dónde estabas? ¿Conoceré algún día el nombre de la dama que ha robado mi pasado y tiene secuestrado a mi futuro? 

-Algunos me llaman Poesía, pero bien es cierto que hace un suspiro me llamaron Erato. Tanto da. Soy un sueño, como bien has descrito en tu poema. Un imposible. Regente del reino de Más Allá de las Palabras. Una casualidad hizo que me encontrara contigo, mas el amor y la dicha que de él emana me han traído a la vida. Ahora mi alma te pertenece, poeta; a partir de este momento estaré contigo para siempre. 

Y así todas las noches el poeta se refugiaba en la luz de las velas y escribía versos para su musa, para su amada. Por una mirada, un mundo; por una sonrisa, un cielo; y por un beso, una poesía. Así hasta que, poco después, el poeta enfermó gravemente. En su lecho de muerte se atrevió a hacerle a su amada una pregunta que llevaba años preguntándose, desde que aquella noche de verano en su ciudad natal la viera por primera vez. 

-Amada mía, ¿ha sido acaso todo esto un sueño? Cierto es que nunca creí que sería tan feliz como lo fui a tu lado. Ha de ser un sueño o locura. 

Ella rio y contestó: 

-¿No es verdad, ángel de amor, que toda la vida es sueño y los sueños, sueños son? 

El poeta murió poco después, y la Poesía hubo de buscarse otro amante. Y ocurrió lo mismo con él, y con todos los que le siguieron. 

Y es que, al fin y al cabo, mientras sentirse puedan en un beso dos almas confundidas, habrá Poesía.

Tú nunca puedes dudar.

Y nunca te equivocaste,
más que una vez, una noche
que te encaprichó una sombra
-la única que te ha gustado-.
Una sombra parecía.
Y la quisiste abrazar.
Y era yo.

"La voz a ti debida"
Pedro Salinas.

Recordar que por un momento fuimos infinitos.


Nunca creí que en una semana se pudieran cumplir tantos sueños. De hecho nunca pensé que una semana diera para mucho, y sin embargo me equivocaba: una semana es suficiente para crear y afianzar amistades, eliminar de nuestra vida aquello que nos perjudica o que simplemente no nos beneficia; para caminar por el inifinito y vivir en el límite de lo imposible. Reír, llorar, tal vez enfadarse. Llegamos con las manos vacías y nos vamos con la vida rebosando por ellas.
Ahora tenemos las dos caras de la moneda en la memoria, pero a la larga los buenos momentos prevalecerán sobre los malos. Y eso es lo que importa.
Sólo falta recuperar las horas de sueño que nos han robado el mar y las estrellas y esperar a que las aguas no vuelvan a su cauce. Cerrar los ojos e imaginar que seguimos a bordo, recordar que fuimos infinitos durante un tiempo. Y es que si el mundo se hubiera derrumbado mientras nosotros estábamos en tierra de nadie no me hubiera importado: al fin y al cabo estaba con todos ellos. Una persona no es sólo su sonrisa, y en esta semana he descubierto lo que hay detrás de todo ello, como las ruinas de una ciudad que acompañó un pequeño momento de este viaje.
Lo que ocurrió en Italia se queda en Italia... ¿cómo? No. Me niego. Lo que ocurrió en altamar quedará siempre en nuestra memoria, porque nuestras huellas dactilares no se borran de las vidas que tocamos. Los recuerdos siempre estarán allí esperando a que tengamos un huequito en nuestra agenda para pasear de nuevo entre ellos. 
A pesar de todo ha merecido la pena, ¿verdad, familia?

Enough.

Cuando ves derrumbarse a la persona más fuerte que conocías todo pierde el poco sentido que tenía.
La impotencia te consume, te disuelve, te hace trizas y las esparce por el mar.
¿O es la responsabilidad?
Sientes que todo lo que conocías hasta ese momento era una mentira, y, de hecho, así era.
Y entonces sólo deseas que todo vuelva a la normalidad.
Te permites ser egoísta por un momento.
Deseas que borre las lágrimas de sus ojos y que el color vuelva a sus mejillas.
Porque ella es el muro que te sostiene, la única que te mantiene cuerda en este mundo de locura.
Pero aún así no puedes evitar sentir rabia porque sabes que es injusto.
Nadie lo merece, y ella menos que nadie.

Remember me.

Nuestras huellas dactilares no se borran de las vidas que tocamos.

¿Empezar de cero o caminar por el infinito?

Todo falla, necesito aire fresco. Y sin embargo me da pena derribar los muros que sostienen esta casa y empezarla desde los cimientos. Es tan bonita... O eso es lo que aparenta la fachada de piedra con flores en las ventanas de madera. Pero los postigos están siempre cerrados y nadie sabe que el interior está podrido. No lo ven. No pueden. No quieren. Prejuicios. 

¿Y yo qué hago? ¿Dejo que sigan pensando que la casa es hermosa o abro las ventanas para que la luz del día muestre la podredumbre? 

Debería irme, dejar todo atrás. Rehacer mi vida lejos de los que piensan que soy perfecta y esperar a que haya alguien que se digne a limpiar el interior, a tirar los desechos y a llenar de alegría, jovialidad y jarrones de flores a esta casa que se ha perdido a sí misma. Mas el orgullo no me permite hacerlo. 

Sé que el infinito existe, y estoy dispuesta a llegar hasta él.

You'll be queen one day.

Serás reina algún día. Se escribirán leyendas sobre ti. La luna te envidiará y las estrellas se reunirán en los rincones para cuchichear sobre tus ojos, esa antítesis de fuego y hielo, esos pozos en los que podría morir ahogado felizmente.

¿Sabes, princesa? Te espera una vida muy dura. Tendrás que aprender a desconfiar, a matar, incluso a morir. Ocultarás la soledad bajo una máscara de dignidad helada, tendrás suerte si consigues amar a alguien. Tenlo en cuenta, una vez aceptes no podrás escapar de esa vida de desdichada gloria. 

Yo te estaré esperando cuando vuelvas: el príncipe azul de tu cuento de hadas, pero no me reconocerás, no te acordarás de mí. Seré una sombra, un recuerdo, un sueño.

Duerme, pequeña, los libros de Historia aguardan.