Cuando todo falla te planteas que a lo mejor el problema eres tú.

Recuerdos de papel.

¿Cómo pueden unos pedazos de papel albergar tantas historias y tantos recuerdos? ¿Cómo puede una fotografía hacerte perder la cabeza y ejercer como máquina del tiempo?

Porque esa fotografía es un pedazo de nuestra alma, un recuerdo de cualquier momento pasado que merece ser recordado.

Lo malo viene cuando esa fotografía no es parte de tu alma, sino de tu corazón, cuando quienes aparecen en ella son dos ladrones de corazones, dos amantes cautivos para siempre entre paredes de celulosa.

Recuerdos y más recuerdos, construimos nuestra vida en torno a ellos y en cuanto viene un soplo de aire se desmoronan, pero seguimos elevando esa construcción basada en fotografías, videos y anécdotas, de cimientos poco firmes que hacen balancear nuestro estado emocional cada vez que algo lo roza.

Y no sé cómo, pero dependemos de los recuerdos. Y yo ya me he cansado de depender de muchas cosas, así que estoy empezando a cortar el problema de raíz. Tres problemas, tres soluciones y tres cortes que te detallo a continuación:

El primer corte fuiste , me cansé de depender de ti, así que te devuelvo lo que queda de tu corazón, no lo quiero, de verdad, puede contagiarle algo malo al mío. Te adjunto también aquella figurita tan fea que me regalaste ¿de verdad creías que me iba a gustar algo tuyo? Pues no, no me gusta, nunca me gustó, pero te dije que sí porque me gustabas tú. Y ahora eso ya no es ningún problema, así que puedo decirte abiertamente que esa figurita me parece horriblemente fea. Ya está, ya lo he dicho.

El segundo corte serán mis recuerdos, no todos, por supuesto, solo los recuerdos que tengan que ver contigo, ya que he dejado de depender de ti también quiero dejar de lado todo lo que relacione con esa persona que tan mal gusto tiene (me incluyo dentro de las cosas horribles que te gustan). Empezando por fotos, videos y momentos juntos. Lo primero se está solucionando ahora mismo en la chimenea que tanto te gustaba, donde ardieron nuestras pasiones y deseos. Donde ahora hay un montón de ceniza y tal vez un pedacito de tu cara que en este mismo instante está luchando para no sucumbir ante el monstruo rojizo y llameante al que llamamos fuego. 

El tercer corte soy yo. No pienso volver a depender de mí misma, si no puedo depender de ti no dependeré de nadie, yo inclusive. La medida que voy a tomar ahora es mucho más drástica que las anteriores. Nada de cortes y nada de fuego. La solución a este tercer problema es el olvido. Me olvidaré de mí misma y empezaré una nueva vida lejos de mi, donde nadie pueda hacerme daño y donde no haya lugar para los recuerdos.  Y te parecerá raro que antes haya dicho que no quiero destruir mis demás recuerdos, el caso es que no los destruiré del todo, los recogeré uno a uno y los guardaré en un pequeño baúl en el que también encerraré mi corazón. En ese baúl pondré siete candados y me tragaré las llaves para que nadie pueda acceder a él salvo yo. Así cuando esté a punto de morir (puede que sola o puede que con alguien que haya conseguido robarme las llaves) podré abrir el baúl y ver todos y cada uno de mis recuerdos.

Y ese día seré feliz porque recordaré el día en que te olvidé.