Esther

En la celda solo había una ventana, una diminuta ventana por donde asomaba un pequeño pedacito de cielo, tan pequeño que solamente podía ver una estrella. Esa estrella estaba entre dos barrotes y era distante, fría, hermosa y con luz propia, como mi Esther.

La miro por las noches antes de dormir y hablo con ella para que no se sienta sola en ese inmenso cielo, pero ella nunca responde. Tampoco esperaba que lo hiciera, las estrellas no deben hablar.

Ella era mi princesa, mi niña, mi estrella, y ahora no sé absolutamente nada de ella. Sólo sé que cuando deje de brillar en el cielo habré perdido a Esther para siempre, y en ese momento mi vida dejará de tener sentido.

Ithilwen <3

Año tras año...

Sudor frío, oscuridad, el silencio expectante. Cierro los ojos e intento concentrarme, pero no puedo. Siento que todo se me va olvidando poco a poco, pese a las veces que lo he repetido. En esos dos segundos que tardo en darme cuenta de que llevo toda mi vida haciendo esto solo puedo pensar en que me equivocaré y todo el mundo se dará cuenta y se reirán. Rezo a un Dios en el que ni siquiera creo, solo por si acaso. Las lágrimas comienzan a agolparse en mis ojos pero me impido llorar a mi misma para no tirar a la basura la hora que tardé en maquillarme. Me coloco en mi sitio, el presentador se calla y los aplausos comienzan a resonar, los aplausos de mil personas. Abro los ojos y se me nubla la vista y escucho el sonido del telón abriéndose. Los aplausos paran en el mismo momento en que las luces llenan el escenario. En ese momento respiro hondo y sonrío, esperando a la primera nota de la melodía, que resuena en mis oídos, el corazón me late tan deprisa que parece que se me va a salir del pecho. Mi cerebro se desconecta del resto del cuerpo, que empieza a moverse de forma automática, como si yo misma fuera un robot, pero con los movimientos gráciles y suaves de quien lleva ocho años bailando. Las caras del público desaparecen lentamente y se convierten en mi reflejo del espejo de la clase. Es solo un ensayo más, solo que la profe no está delante de nosotras sino a un lado, al lado de los técnicos y el presentador. Siento el dolor punzante de las ampollas en mis pies, las zapatillas de puntas me quedan pequeñas, pero eso no impide que sonría cada vez más, tampoco lo impide el que me haya equivocado ya un par de veces, no importa, nadie se ha dado cuenta. ¿Cómo iban a hacerlo si no saben la coreografía? Además, somos quince chicas, no estoy solo yo, no solo se fijan en mí. La canción va avanzando y cada vez soy más feliz, no está saliendo tan mal como creía. Finalmente suenan las últimas notas y todo el mundo prorrumpe en aplausos y en vítores. Todas nos miramos y sonreímos, respirando entrecortadamente. El telón se cierra y con él las caras de familiares y amigos. Salimos del escenario y nos ponemos a gritar y las lágrimas al fin consiguen destrozar nuestro maquillaje, pero ya no importa, el baile ha acabado ¿para qué tantos nervios?, ¿para qué tanta estupidez? Ahora y sólo ahora aquellas cosas me parecían la cosa más estúpida del mundo. Vemos los demás bailes y esperamos pacientemente al saludo, que llega demasiado rápido, es irónico que antes del baile todo pase tan lento y después no puedas ni contar los segundos... Pero da igual el que todo vaya rápido, ya no hay nervios por salir al escenario, porque todo ha acabado ya. Sólo queda el recoger el ramo de flores y aplaudir a las demás. Pienso que el año que viene será mejor, pero al año siguiente sigue habiendo nervios, siempre hay nervios.
Supongo que no leí la letra pequeña cuando acepté ser bailarina.

Ithilwen <3